lunes, 19 de diciembre de 2011

El arte de Alfred Stieglitz

¿Puede equipararse el arte fotográfico con el de la pintura o la escultura? Hace más de cien años, Alfred Stieglitz aseguró que sí. Imagino que hoy también lo haría. Para justificar esta especie de equivalencia, trato de explorar la composición, las texturas, el contenido de sus fotografías con las manos de un escultor, con la mirada de un pintor, con el corazón de un poeta.  Stieglitz estaba hecho para el arte. Fue su segunda piel. La más porosa y adaptable.  Director de la galería de arte 291 de Nueva York, expuso por primera vez en su país obras de las grandes corrientes de la vanguardia europea de comienzos de siglo: Matisse, Toulouse-Lautrec, Picabia, Brancusi, etc… Mientras su percepción evolucionaba, la EEUU también lo hacía, aunque más despacio; con más precaución; temiendo esos nuevos y desconocidos torrentes del arte que fluían con fuerza desde tantos rincones del alma humana.

Sus fotos muestran una realidad que hoy sabemos muerta. Pero que significa decir “hoy”. La eternidad es sólo un juego en la cabeza de los hombres. El presente es un estado precario que se desvanece nada más nacer. Por esta razón, su hoy es tan vigente como nuestro hoy. Como todos los “hoy” pasados, presentes o futuros.

Sus fotos son de "ahora".   










         

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