La leyenda de Mesalina (25 d.C. – 48 d.C.), esposa del emperador romano Claudio, fue tal que tras su ejecución, su mismo nombre adquirió un nuevo significado; según el diccionario de la Real Academia española: Mujer poderosa o aristócrata y de costumbres disolutas. Extremadamente hermosa, hacía uso de su belleza para conquistar senadores, militares y cualquier hombre que pudiera servir a sus propósitos. Su ambición fue tal, que no dudo en deshacerse de aquellos que consideraba una amenaza. Sus intrigas, perversiones y asesinatos parecían no tener freno.
El emperador, profundamente enamorado, desconocía los excesos de su querida esposa, a la que permitía cualquier capricho. Al caer la noche, la Emperatriz abandonaba el palacio disfrazada y se dirigía al peligroso barrio de Suburra, para ejercer la prostitución en un aposento bajo el pseudónimo de Lysisca. Favorita de sus clientes, que desconocían su verdadera identidad, al no exigir juventud o apariencia. Su único requisito era la potencia viril. Su apetito carnal creció hasta tal punto que lanzó un reto a las demás prostitutas, entre ellas, a Escila, la más famosa de Roma. El desafío consistía en saber quién sería capaz de satisfacer más hombres en un solo día. El maratón sexual comenzó por la noche. Después de ser poseída por 25 hombres, Escila se rindió y Mesalina salió victoriosa, pues superó la cifra al llegar al amanecer y seguir compitiendo. Según se dice, aun después de haber atendido a 70 hombres no se sentía satisfecha, llegando hasta la cifra increíble de 200 hombres. Poco después, estando el Emperador en Ostia, Mesalina decidió casarse con Silio, uno de sus amantes. Parece ser que los esposos había planeado una conspiración para usurpar el trono. El emperador recibió la noticia del enlace, así de que éste había sido presenciado por el pueblo, el Senado y el ejército. Si no regresaba pronto habría un nuevo emperador en Roma. Mesalina pensó que Claudio no se atrevería a castigar a la mujer que tanto amaba, pero lo hizo: dictó sentencia de muerte sin que ella estuviera presente. Sabía que, de haberlo estado, ella hubiese sabido cómo utilizar su belleza para convencerle. Mesalina murió atravesada por una espada en los hermosos jardines de Lúculo. Tenía 24 años.
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