Cierta noche de invierno, volcado en la lectura de oscuros libros, alguien llama el portal. Angustiado por las dudas, salgo de mi letargo y abro la puerta: sólo sombras y una voz que decía: Leonor.
Leonor y nada más.
Con el alma encendida, regreso a mi aposento y alguien llama a la ventana.
Es el cuervo y nada más…
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