lunes, 5 de marzo de 2012

Sobre verdades y certezas



Sólo existe una verdad;  ésta es la que es, con independencia de nuestras fuentes, certezas y opiniones. Por esta razón, y en el fondo, la verdad será siempre una figura más o menos inaccesible, plagada de incertidumbres, sujeta a distintos puntos de vista, multitud de conjeturas e  infinidad de intereses. Con semejantes condicionantes, la verdad deja de serlo, transformándose en nuestra verdad; dicho de otro modo, en una certeza subjetiva que trata de parecerse (o hacerse dueña) de lo único cierto: la  verdad en sí misma.

En este contexto, un puñado de seres humanos han librado una dura batalla contra sí mismos a lo largo de los siglos han librado una dura batalla contra la tendencia general de crear realidades a la medida de ciertas aspiraciones, conocimientos o deseos. La intolerancia es la mayor barrera que se interpone entre el hombre y sus libertad (de acción y pensamiento). Bajo este marco de presión, tendemos a aceptar los dogmas de nuestra sociedad (la que nos toque, allá donde nazcamos) sin grandes escepticismos.  Hacerlo supone enfrentarse a la corriente de una mayoría sometida sin esfuerzo. 

Pues la búsqueda de la verdad  no es una tarea para las multitudes. Éstas son incapaces de descubrir el camino por sí mismas; necesitan que se lo muestren, sea el que sea, el cual tomarán con alarmante naturalidad. Por esta razón, sin ir más lejos, las naciones han podido enviar a sus ciudadanos - pacíficos, muchas veces ignorantes - a tantas y tantas guerras. Guerras que podríamos llamar verdades (nuestras verdades) enfrentadas y que jalonan la triste historia de violencia del hombre y que son un vivo recordatorio de la sumisión general a cualquier realidad (o verdad) impuesta.
  
Nuestra evolución, siempre lenta, siempre dolorosa, se la debemos a una minoría que, de espaldas a las multitudes, de espaldas al poder que las controla, ha tratado de penetrar en la figura en sí misma (para nosotros) casi impenetrable de la Verdad. 

Mientras tanto, vivimos en la ilusión del conocimiento; conocimiento impuesto por la política, por los medios, por la publicidad, etc... Sus mensajes nos colman de certezas.  Tantas que apenas queda espacio para un atisbo de la verdad.

E imagino que incluso éste suele pasar desapercibido. 


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