Obra sinfónica fascinante e inclasificable en dos piezas que fusiona con elegancia multitud de sonidos dispares, entre los que destacan toques celtas y percusivos africanos. El resultado es una experiencia emotiva; una delicado viaje de la imaginación entre melodías inolvidables, coros e inmensas guitarras. Aunque el autor nunca ha querido aclarar el enigma del título, muchos apuntan a que está inspirado en la palabra irlandesa “Amadán”; o sea: “loco”. Esta hipótesis se debe a la traducción de la letra que cantan los coros al final del primer movimiento: "ta me an amadán"; o: "Estoy loco por la música". Cuando el álbum apareció en el mercado en 1975, tuvo una aceptación bastante discutida. Sólo el paso del tiempo lo ha puesto su lugar, convirtiéndolo en una de las obras más bellas del autor. Entre sus singularidades, destaca la faceta multiinstrumentista de Oldfield que utilizó los siguientes instrumentos: bajo, guitarra acústica, bando, bouzouki, bodhránm, guitarra española, bajo y guitarra eléctrica, teclados, glockenspiel, arpa, mandolina, percusiones, piano, espineta , steel guitar, sintetizadores y bajosextos (guitarras de doce cuerdas), además de su propia voz. Es un sueño hecho música. Cuando lo escuches, cierra los ojos, déjate llevar lejos, muy lejos… Vuélvete Ommadawn.
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