Rasputín fue un individuo desconcertante, único, inconmensurable. En sus manos tuvo a los Romanov, y junto a ellos, el destino de Rusia. Su aspecto místico, su mirada terrible, infinita, vencían cualquier resistencia. Salvo la de sus enemigos, nobles y cortesanos que desconfiaban de su injerencia en los asuntos de Estado, que repudiaban su autoritarismo y sus excesos terrenales (seguía prácticas orgiásticas como camino a Dios). La narración de su asesinato, escrito por el propio ejecutor, el príncipe Feliz Yusupov, no hace más que acrecentar su leyenda de hombre terrible e inigualable. El texto sumerge al lector en la angustia de una muerte anunciada, que se fragua línea a línea; y en la fascinación por Rasputín. De obligada lectura.
Leer "Cómo maté a Rasputín", por Félix Yusupov
No hay comentarios:
Publicar un comentario