miércoles, 3 de agosto de 2011

La bomba atómica



Antes de lanzar las bombas atómicas, el presidente norteamericano Harry Truman envió una proclama al pueblo japonés anunciando los términos de la rendición.  Sólo al final de su discurso hizo una velada referencia a la bomba:

"Demandamos al gobierno de Japón que proclame ahora la rendición incondicional de todas las fuerzas armadas japonesas y proporcione garantías auténticas y adecuadas de su buena fe en dicha acción. La alternativa para Japón es la inmediata y completa destrucción".

En la primavera del 1945 los estadounidenses habían descifrado las claves usadas por los japoneses. Por ellas estaban al tanto de los diversos intentos de Japón para conseguir una rendición negociada. Truman, conocedor de la mentalidad y el orgullo japonés, sabía cuál sería la reacción a sus exigencias: el primer ministro japonés, Suzuki, rechazó la propuesta el 29 de julio.

Truman justificaría la masacre (que afectaía basicamente a la población civil, no olvidemos esto) como un medio de acortar la guerra  y reducir las bajas aliadas. Perseguía, también, ganar poder ante las negociaciones en los acuerdos de paz de la postguerra frente a la Unión Soviética. Temía el avance soviético en Manchuria, Corea y otros territorios ocupados por los japoneses. De hecho, Japón estaba negociando la mediación de la U.R.S.S. La suerte de cientos de miles de almas inocentes pareció no importarle demasiado.



Hiroshima era una ciudad de importancia militar considerable. En las afueras de la ciudad se encontraban los cuarteles del Segundo Ejército, los cuales defendían el sur de Japón. Allí funcionaba un centro de comunicación, punto de almacenamiento militar y área de ensamblaje de tropas. En las afueras también había algunas plantas industriales y el puerto. Irónicamente todo ello no fue tocado por la explosión, que sólo destruyó el centro de la ciudad (donde había una inmensa mayoría de civiles). En realidad, las ciudades de Kioto, Hiroshima, Kokura, Niigata y Nagasaki no habían sufrido los intensos bombardeos de ciudades vecinas, siendo respetadas con el proposito de poder comprobar el efecto real de la explosión. Esto es: habían sido marcadas tiempo atrás.
El 6 de agosto despegaba rumbo a Hiroshima la primera formación de bombarderos B-29.Entre ellos, el Enola Gay, pilotado por el coronel Paul Tibbets, que tiempo después expresaría que no sentía ningún tipo de remordimiento como los expresados por otros miembros de su tripulación y que volvería a hacer lo mismo bajo las mismas circunstancias. Estaba orgulloso de su trabajo. 



Estados Unidos impuso una estricta censura fotográfica sobre ambas ciudades. Cuanto menos viera el mundo, mucho mejor. "No se tiene que imprimir nada que altere directa o indirectamente la tranquilidad del público", anunció el Gobierno un mes después de la explosión.

Hoy en día existen 135 bases norteamericanas en territorio Japones. En la proclama radiada de Truman se pudieron escuchar estas palabras:

"Las fuerzas ocupantes aliadas se retirarán de Japón en cuanto se hayan completado estos objetivos y se haya establecido, de acuerdo con la voluntad del pueblo japonés, expresada libremente, un gobierno responsable e inclinado hacia la paz".



1 comentario:

  1. gracias por esta publicación... nos hace tomar conciencia de lo destructiva que puede ser la ambición de algunas personas

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