viernes, 29 de julio de 2011

Space Oddity

"Space Oddity", es una de las canciones más conocidas de David Bowie, acústica, aumentada con una serie de ruidos inquietantes salidos del órgano del músico. Algunos críticos han visto la canción como una metafora sobre el consumo de heroína, citando la cuenta atrás que inicia el tema como una  analogía sobre el espacio de tiempo entre el pinchazo de la aguza y el "subidón", en parte por la confesión de Bowie de su "estúpido flirteo con el caballo" en 1968.
Canción escrita e interpretada por  David Bowei y editada como sencillo en 1969. Trata sobre el lanzamiento al espacio del Mayor Tom, un austronauta ficticio que entra en una especie de depresión  durante su misión. Supuestamente lanzada para coincidir con el aterrizaje en la luna del Apolo 11, aparece en el álbum Space Oddity. La canción fue utilizada por la BBC en su cobertura del alunizaje.
En  1973 fue reeditado por RCA Records en USA, alcanzando el puesto 15. En noviembre de 1975 alcanzó el número 1 en la Uk Singles Chart.

 Wikipedia

El infierno

Título original: El infierno
Director: Luis Estrada
País: México
Estreno en México: 03/09/2010
Productora: Bandidos Films
Música: Santiago Ojeda
Guión: Luis Estrada, Jaime Samprieto

Reparto: Damián Alcázar, Joaquín Cosío, Elizabeth Cervantes, Ernesto Gómez Cruz, María Rojo, Jorge Zárate


No es fácil nadar contracorriente. Luis Estrada lo viene haciendo desde hace años. En México muy poca gente se atreve a hacerlo. Nadar contracorriente es peligroso. La doble moral mexicana es el reflejo pobre de la doble moral de EEUU; también su intento de ensalzar la realidad, su nacionalismo, de crear una especie de sueño colectivo. La realidad, sin embargo, es tan sangrante que no es factible el convencimiento de sus vecinos del norte. El Estado y buena parte de los medios tratan de maquillarla, de engrandecer su presente, de recrearse en un futuro imaginario.

 Cartel del bicentenario de la Independencia

Saben lo sencillo que es manipular las opiniones, encauzar los juicios, asegurarse los votos.
Un experimento de los años 50, de Solomon Asch, refleja la vulnerabilidad de nuestros juicios a la perfección:

Un aula. Todos los alumnos eran cómplices menos uno. Todos recibieron dos tarjetas: una con una línea de longitud X; otra con tres líneas (a, b, y c), una de las cuales tenía longitud X, mientras que las otras dos tenían distintas longitudes. Se les pidió que dijeran qué línea (a, b, c) de la segunda tarjeta tenía la misma longitud de la línea de la primera tarjeta; o sea, longitud X.  



El objetivo explícito de esta investigación era analizar la independencia de nuestro juicio y nuestra fragilidad con las presiones de un grupo. Los cómplices se dedicaron a dar respuestas erroneas.
Un alto porcentaje de los sujetos estudiados cambiaron su respuesta, siendo esta obvia, acatando así el punto de vista de la mayoría.


Un alto porcentaje de los sujetos estudiados decidieron no ir contracorriente y cambiaron su respuesta, aún siendo esta obvia, acatando el punto de vista de la mayoría.

Si en un contexto neutro como el de el aula, sin implicaciones, sin problemas de seguridad, la gente cambia de opinión con facilidad y termina “viendo” lo que los demás quieren que vea, que no ocurrirá en aquellos lugares en donde se extiende una manipulación sistemática, la corrupción es endémica, la violencia un recurso perpetuo.

Las películas de Luis Estrada van contracorriente, por eso las censuran, las bloquean, hacen todo los posible para evitar su difusión. Este tipo de cintas no se basan en el interés propio, sino en la reflexión y la protesta desinteresada de esa imagen irreal y maquillada de México. Por eso no dudan en señalar la corrupción del gobierno, el saqueo, el escenario de guerra civil,  las desigualdades, pobreza extrema.
No hace un documental porque no lo soportaría la gente. Ha hecho pues de la ficción de una crónica del infierno sin nombre ni apellidos, pero en la que todo el mundo se reconoce. Una obra brutal, portentosa, que se deja ver muy bien, realmente entretenida, incluso cómica en su desmesura.



Como bien dice el cartel: "México 2010. Nada que celebrar"

Sinopsis:


En el marco de las fiestas del Bicentenario de independencia, Benjamín García, cómo miles de paisanos, regresa a su pueblo deportado de U.S.A. y encuentra un panorama desolador provocado por la crisis económica y la violencia demencial que azotan el lugar. Sin otra opción, y para salvar a su familia de la miseria, García se involucra en el negocio del narco en el que tiene, por primera vez en su vida, una fulgurante prosperidad, pero también un triste y dramático final. Sátira de cáustico humor negro, sobre el mundo del narco, la crisis económica, la corrupción y la violencia irracional que nos aquejan, EL INFIERNO nos lleva a preguntarnos: ¿Habrá este 2010, algo que celebrar?

Filmaffinity

Trailer:



Ficha de la película:

Nota: podéis ver la peli completa en Youtube.

jueves, 28 de julio de 2011

Emilio Morenatti



No sabe cómo definirse, pero su identidad refleja el compromiso de contar lo inenarrable, de captar lo inabordable, de hacernos sentir lo (que creíamos) inexistente. Tiene una meta: alcanzar una invisibilidad perfecta que le permita retratar la realidad sin interferir en ella. El sueño de todo fotógrafo. El precio, sin embargo, es muy alto: en 2009 perdió un pie en Afganistán.  

En estos tiempos de noticiarios televisivos, en el que el contexto de los hechos es secundario, se retroalimentan ideologías y el flujo de las emociones se anestesia hasta convertir la noticia en un entretenimiento de sobremesa para toda la familia, trabajos como los de Emilio Morenatti resplandecen por su compromiso.  

Hoy en día adoramos que nos cuenten cuentos. Necesitamos creer que estamos informados. Nuestro mundo tiene que ser creíble, aunque éste no se ajuste a la realidad. Ya no se trata de informar, sino de producir un efecto de información. Los protagonistas de la noticia no son importantes para el espectador, y salvo que ésta se repita durante días, machaconamente, ni siquiera lo será la misma noticia. Entretenimiento con fecha de caducidad y una dosis calculada de morbo y masoquismo.    

Profesionales como Emilio Morenatti son más necesarios que nunca. Son capaces de arrancar fragmentos a la realidad, sin tratamientos, atrapados para siempre, accesibles en la posteridad. Sin sonido, sin un montaje especial, nos enfrenta a una imagen, respetando nuestra opinión. En realidad, nosotros somos la opinión, no simples espectadores pasivos. 
















Su testimonio:
"Esta imagen, que tomé en 2005 en Nablus [Cisjordania], tiene una historia bastante sórdida. La Autoridad Palestina paga -o pagaba- a cada uno de los mártires que los israelíes matan. Nos contaron que se entregaban armas de plástico a niños con alguna minusvalía psíquica y que los situaban en lugares donde quedaban a tiro de los soldados israelíes.

El ejército israelí controla de forma permanente la ciudad desde sus torres de vigilancia, y cuando ven un militante armado, disparan. En Palestina, un niño con un arma de plástico puede pasar por militante y ser abatido.

Cuando se hizo evidente que muchos niños morían abatidos entre la zona de Jenin y Nablus, algunos lo justificaron diciendo que era para cobrar lo que la Autoridad Palestina pagaba a los mártires, mientras que otros afirmaban que los niños que morían no eran retrasados, sino niños 'normales' que sencillamente estaban jugando con sus armas de juguete.

Eran dos versiones opuestas y una situación completamente ridícula. Lo único certero en esta historia es que eran simplemente niños jugando en la calle con sus pistolas de juguete. Poco importa si se trataba de niños con una minusvalía o sin ella. El ejército israelí acababa con sus vidas, y a pesar de los modernos y sofisticados equipos que dicen tener, eran incapaces de distinguir a un niño con una pistola de plástico de un miliciano palestino."










miércoles, 27 de julio de 2011

La catedral de Colonia


El siglo XX presentó el mayor impulso técnico e intelectual de la historia del hombre, con conquistas en todos los campos y niveles de creación increíbles.  En el ámbito moral, sin embargo, el siglo XX sufrió retrocesos  continuos y proporcionales. Demasiadas veces la brutalidad se impuso a la razón.  Entre los incontables estragos de nuestro odio, destaca la excepción que representa la catedral de Colonia.  Esta joya de la arquitectura gótica comenzó a levantarse en la primera mitad del siglo XIII y habría de esperar hasta  finales del siglo XIX para verse terminada. Con sus 157 metros de altura, durante 4 años fue la construcción más alta del mundo. Una obra maestra en el epicentro de un siglo devastador. Corría 1945. Alemania agonizaba. En 1942 se lanzaron 48.000 toneladas de bombas sobre las ciudades germanas; en 1943, 207.000; en 1944,  915.000.  Colonia, como el resto de ciudades Alemanas, sufría la violencia de sus enemigos: sólo un 20% de sus construcciones sobrevivió; la catedral entre ellas.




El arte representa la victoria de la razón, pero este contexto, ¿dónde queda la razón? Ambos bandos la habían perdido y estaban dispuestos a seguir sacrificándola. No, la razón no salvó a nuestra bella protagonista. Nadie lo hizo en realidad. Sus dos soberbias torres habían visto el horror. La piel de piedra de su fachada había sufrido los latigazos de miles de balas.  Su nave central retumbó por el fragor de una bomba. La habían abandonado entre los despojos de su ciudad, huerfana de todo, de todos, menos de sí misma. 

Hoy en día es el edificio más visitado de Alemania.Todavía continua su reconstrucción. Cuenta una leyenda  que la ciudad de Colonia existirá mientras siga en pie su catedral. Viendo las imágenes, sólo se puede decir que hasta ahora se ha cumplido.



martes, 26 de julio de 2011

Las cuevas de Lascaux



La oscuridad envuelve al visitante, la temperatura desciende, los sonidos del exterior desaparecen. Estamos dentro de una de las cuevas del valle de Vézére, en la Dordoña francesa. Una linterna ilumina nuestra marcha danzando sobre el suelo, sobre las paredes. Penetramos en una atmósfera remota, casi intacta, de más de 19000 años. Conmovidos por los comentarios de nuestra guía, tratamos de encontrar las pinturas en las paredes. En este inhóspito lugar vivieron otros hombres. Poco sabemos de su vida. ¿Qué ritos seguían? ¿Qué tipo de creencias desarrollaron? ¿Qué importancia otorgaban a sus tradiciones?  Está claro, en cualquier caso, que ellos forman parte substancial de los cimientos de nuestra cultura.  

Ahora, mientras penetramos en su cueva, y aunque un abismo de tiempo nos separe, los imaginamos aquí, buscando una pared en donde expresar con imágenes lo que todavía no eran capaces de hacer en lenguaje escrito. Pero ¿dónde estarán las pinturas? Todavía no las vemos.  La linterna señala una pared, a nuestra espalda: tres maravillosos caballos. El sueño de un artista mil veces muerto renace en nuestra pupilas. La linterna se desliza por la pared, descubriendo nuevos tesoros de sofisticación y belleza: caballos, ciervos… La guía nos hace una pregunta: ¿Sabéis lo que dijo Picasso cuando salió de las cuevas después de la guerra? Intuimos la respuesta. Dijo: No hemos aprendido nada en miles de años. Es cierto, pensé. En realidad, los dibujos me recordaban a Picasso. El genio español y otros muchos siguieron, sin saberlo,  rastros artísticos procedentes de una edad impenetrable. Un reencuentro. Uno de tantos.  



Los dibujos se superponen, es la evolución del arte concentrada de centenares de generaciones sucesivas. No hay orden aparente. En ocasiones uno tiene la impresión de que el animal está saliendo de la misma cavidad.  Llama la atención la ausencia de plantas y paisajes. El objetivo del artista, por lo tanto, no era representar toda la realidad sino sólo una parte, aquella que, por alguna razón, consideraba realmente importante.  En este sentido, resulta llamativo que no haya representaciones de los astros. Sus Dioses no estaban en el cielo.

Los dibujos reflejan el alto nivel cultural de las sociedades que las llevaron a cabo, así como una economía lo suficientemente holgada para permitirse actividades “improductivas”. 

La guía introduce el último misterio: los símbolos.  A diferencia de las demás  representaciones (personas y, sobre todo, animales) estos elementos son abstractos. Aunque desconocemos su significado, estamos frente al nacimiento de la escritura.  Aquellos hombres querían hablar, sentir, soñar en las paredes del interior de las cuevas. 

Nosotros también hablabamos, sentíamos y soñabamos al tratar de imaginarlos. El hombre soñando al hombre.

Pero, ¿por qué realizaron estas actividades en lugares tan profundos, en medio de la oscuridad?  ¿Acaso sus dioses moraban las entrañas de la tierra?  





Enlace a la página oficial: 
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