martes, 10 de enero de 2012

La mujer


Aquí, en occidente, amparados en nuestra cacareada libertad, emitimos sin cesar peligrosos patrones morales que poco tienen que ver con el bien y el sentido común. La presión consumista, concentrada en la televisión,  modifica innumerables parámetros sociales. En este contexto, la mujer es especialmente vulnerable. No sólo le exigen unas medidas supuestamente perfectas, no sólo debe eliminar cualquier atisbo de envejecimiento con los productos milagrosos que abarrotan los estantes de los Centros Comerciales, incluso no sólo debe pasar por el quirófano para realzar sus pechos, transformar sus labios o hacerse un liposucción; también debe nadar a contracorriente de una ideología heredada, cultural y obtusa que se remonta en el tiempo. Pero el problema de fondo no debe focalizarse en Occidente. En realidad, las mayores cotas de violencia suelen darse en otros países. El subdesarrollo, las guerras y las religiones nunca han estado de parte de la mujer. Bien al contrario. En general, pocos hombres han descubierto y respetado la magnitud de su alma. Waris Dierie nació en 1965. Cuando tenía tres años fue mutilada genitalmente. A la edad de trece años fue entregada a un hombre mucho mayor que ella en un matrimonio arreglado, algo a lo que se oponía. Huyo.

Este es su relato:

“En África se cree que lo que las mujeres tienen entre las piernas  es impuro y debe ser extirpado y cerrado después como prueba de virtud y virginidad…” 

“Durante la noche de bodas el marido toma una cuchilla y corta antes de tomar por la fuerza a su esposa. Y si esto no se lo hace, no puede casarse. Se le trata como una prostituta. Esta práctica no figura en el Corán, pero continúa practicándose”.

Ella logró escapar. Dos de sus hermanas no tuvieron tanta suerte. Murieron.



Durante siglos la mujer ha sido relegada a un segundo plano. Ni los grandes hombres supieron o quisieron admitir su grandeza.

Aristóteles creía allá por el siglo IV a. C que la “Naturaleza solo hace mujeres cuando no puede hacer hombres, la mujer es por tanto un hombre inferior”.

Más tarde, en el siglo XVI, Lutero afirmaba que “el peor adorno que una mujer puede querer  usar, es ser sabia”.

También la sura 4:34 del Noble Corán ha influido decisivamente en el  pensamiento de aquellas sociedades: “Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos sobre otros (…) Las mujeres virtuosas son devotas y cuidan de sus maridos (…) ¡Amonestad a aquéllas que temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles!”…

El rey Enrique VII  de Inglaterra y jefe de la Iglesia Anglicana del S. XVI afirmaba: “Los niños, los idiotas y las mujeres, no pueden y no tienen capacidad para ejecutar negocios”.

Ser santo y ser cristiano tampoco permite ver las cosas con mayor claridad: 

San Pablo: La cabeza de la mujer es el varón.

San Agustín: Mi madre obedecía ciegamente al que le designaron por esposo. Y cuando iban mujeres a casa llevando en el rostro señales de la cólera marital, les decía:«Vosotras tenéis la culpa».

San Jerónimo: Todas las mujeres son malignas.

San Bernardo: Las mujeres silban como serpientes.

San Juan Crisóstomo: Cuando la primera mujer habló, provocó el pecado original.

San Ambrosio: Si a la mujer se le permite hablar de nuevo, volverá a traer la ruina al hombre.

Lo peor es que es sólo una muestra;  ni siquiera alcanza a ser la punta del iceberg de la injusticia sostenida a que se han visto sometidas y que en días con éste siguen sufriendo a distintas intensidades en muchos rincones del planeta.  

El gran reto del ser humano pasa por rebelarse por tanta estupidez instaurada, por tanto desprecio hereditario, por tanta violencia fácil hacia el más débil físicamente.  Pero no es fácil. Nunca es fácil.  Muchos hombres se sienten cómodos en la ignominia.

Juntos, la mujer completa al hombre y el hombre completa a la mujer. Por separado, deben ser individuos independientes, libres, concienciados y respetuosos.  Ni más ni menos.



Fuentes:

Amalia Alejandro, diariocolatino.com
Eduardo Galeano, Espejos.

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