jueves, 26 de enero de 2012

La pureza de Manuel Álvarez Bravo


Cien años de vida; casi ochenta tras la cámara. Aunque estudio arte y música en la Academia de  San Carlos, lo que tenía que aprender, estaba fuera, en las calles, en los campos de México. Por eso se le considera un autodidacta,  porque él encontraba la sabiduría en los confusos manantiales del día a día. Pocos han sabido plasmar como él lo hizo el enigma de su pueblo, la pasión de los valores populares, la pureza de infinidad de personas. Graciela Iturbide aseguró: "Manuel es un hombre de muchas emociones, de personalidad fuerte pero tranquila. Para mí es dulce, apacible, un hombre que controla sus emociones, atinado, inteligente. Hay melancolía en toda su obra, puede ser una persona melancólica, pero no trágica ni violenta. A sus cien años no está triste. No quiere morirse, eso es maravilloso. Aún en estos días regresa a su cajita donde guarda negativos que nunca ha revelado, para decidir si lo hará".











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