martes, 18 de octubre de 2011

Alexander Rodchenko


Creador con C mayúscula, abarcó la pintura, las artes gráficas, la escultura, la arquitectura, el diseño y, por supuesto, la fotografía. Fue un artista completo.  



Impuso a su obra una contundencia que, aún hoy, sigue llamando la atención. 


Tras la Gran Guerra y la revolución del 17, el mundo experimentó unos años de optimismo y fecunda creatividad. En este contexto, nacen los primeros trabajos constructivistas, en los que Rodchenko sería uno de sus máximos exponentes. La máquina se convirtió en un protagonista más de su objetivo. La geometría subrayaba los encuadres o los desbarataba con fuerza e intención.


De esto modo, mostraría la realidad con mayor dinamismo, emplazando la cámara sobre la escena, o debajo de está, o recurriendo a planos inclinados. En sus fotos no encontraremos una colección de estatuas en blanco y negro sino la vida en movimiento, palpitante, enigmática. 




Rusia estaba cambiando. Era el lenguaje de una nueva era.  Durante unos años, floreció el auge de los carteles publicitarios. Las compañías competían entre sí, ensalzando los ideales revolucionarios.  



Stalin acabará con estos brotes ahogando la creatividad en un mar de gris austeridad.  A partir de ese momento, cualquier intento de buscar nuevas vías de expresión será mal recibido.  El estado se estaba convirtiendo en un enorme bloque de granito, imperturbable, inalterable, previsible. Por eso rechazará cualquier atisbo de cambio, de color, de vida independiente; esto es: cualquier atisbo de  arte. El constructivismo fue perseguido hasta la muerte. 


Lo más llamativo es que el constructivismo nació como una corriente opuesta al arte. Estas eran sus consignas:
  1. ¡Abajo el arte, viva la técnica!
  2. ¡La religión es mentira, el arte es mentira!
  3. Se matan hasta los últimos restos del pensamiento humano cuando se los liga al arte
  4. ¡Abajo el mantenimiento de las tradiciones artísticas!¡Viva el técnico constructivista!
  5. ¡Abajo el arte, que solo enmascara la impotencia de la humanidad! 
  6. ¡El arte colectivo del presente es la vida constructiva!

Sin embargo, y a su pesar, eran artistas. Stalin lo sabía. Por eso los persiguió. Por eso persiguió a Rodchenko y en 1933 se le prohibió fotografiar sin un permiso. El Estado le cortó las alas. No volvería a volar nunca más.



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